Para abordar este encargo observamos la importancia que suponía que al mismo tiempo que proyectábamos el jardín con la premisas de la propiedad, el diseño pudiese corregir - o al menos paliar - los defectos del entorno de la parcela (infraestructuras de electricidad y telefonía, verjas y cierres entre otros...) que comprometían las vistas de un lugar privilegiado y el éxito del resultado. La utilización estratégica del arbolado y la elección del tipo de plantación, la definición de los encaminamientos, la construcción de pérgolas y celosías, la reubicación de un crucero existente, mesas de piedra, y la reubicación del riego, iluminación, drenajes, permitía obtener ventajas para mejorar tanto la mirada exterior, como la experiencia interna de la finca. Así, era evidente que la zona mágica del proyecto podría enfocarse hacía la ría de Vigo con una presencia directa de las Islas Cíes. Bajo estas premisas emergió también la oportunidad de intervenir en algunos elementos constructivos de la edificación, que mejorasen un proyecto de los años setenta, tales como la simplificación de un alero muy pronunciado, aligerando su diseño sin que pierda su función. Una propuesta de parteluz en las ventanas, y una intervención en el porche para devolverle su importancia en nuestra climatología, resumen lo más importante en esta intervención concreta. Finalmente el jardín se concreta en 4 zonas bien diferenciadas; un área de ocio con piscina, cenador y solárium. Otro área de contemplación con presencia de rosales y otras especies autóctonas. La tercera de accesos de tráfico rodado con aparcamiento y arbolado que disipase los vientos del norte y, por último, un pasillo mirador a las Islas Cíes. Para las plantaciones se buscó darle un fuerte carácter a la tradición Gallega, especies que se hayan creado o adaptado a nuestro clima y que a todos nos resultasen familiares.